sábado, 10 de agosto de 2013

Nº 16: CAMINO A CALIFORNIA.


Ya no solamente estamos de camino a California, si no que ya hemos llegado. Pensábamos que íbamos a tardar menos, pero es que esto es enorme…
Salimos de Yellowstone por la parte noroeste del parque, en el estado de Montana, después pasamos al estado de Idaho (El estado de las Patatas, como aquí lo llaman), de ahí volvimos de nuevo al estado de las tragaperras, Nevada, y por fin llegamos a California.
La primera noche del camino, la pasamos en un pueblo de Idaho, Twin Falls, donde una encantadora familia que regentaba un camping nos recibió con los brazos abiertos, incluso la encantadora madre de Lissi, Betty, una mujer que había vivido 3 años en la basa naval de Rota estuvo un buen rato hablando con nosotros.
Nos recomendaron un sitio para cenar en el pueblo, y allí que fuimos. Vaya cena!!! Hacía más de una semana que solo comíamos a base de sándwiches, ensaladas y pasta de sobre. Y eso que la pasta de sobre está muy buena, la verdad, pero nada comparado con una buenas costillas embadurnadas en salsa…
Como todos los “pueblos” que hemos visitado de EEUU, Twin Falls es un pueblo-ciudad que tiene las calles perfectamente alineadas, donde las casas son de madera, con su jardincito delante y sin ninguna valla que las separe de la calle, su típico buzón y como no, su típica canasta de baloncesto. Ahora no estábamos en una peli, estábamos en una serie de televisión.
Al día siguiente fuimos bajando poco a poco hacia el sur del estado, nos adentramos de 
nuevo en el desierto y dormimos antes de llegar a Reno en un pueblo (este sí, pueblo, pueblo, como nos decía Jim permanentemente, el dueño del camping, “en este pueblo solo hay un semáforo”, y así era…) 
El pueblo se llama LoveLock (traducido, Cerradura de amor) y aunque parece (como muy bien acertó Estefi) que el nombre viene de un apellido (seguramente el primer vaquero que llegó a estas tierras) todo el mundo que vive en el pueblo desde hace algunos años ponen un candado en un parque que hay cerca de los juzgados. (El único edificio del pueblo)
Bueno, ya os he presentado a Jim, el simpático dueño delllamado  Lazy K Camping. (El “ camping vaguete”) Un tío simpático al que mis tonterías le hacían gracia (y me imagino que mi acento extraño también) y con el que al final de la tarde acabamos jugando al típico juego de lanzar la herradura.
Nos presentó a sus colegas Jerry y Curtis, dos “mineros” que trabajan en una de las muchísimas minas que hay por aquí de carbón, plata y oro. Viven en el camping aunque sólo de lunes a jueves, de viernes a domingo vuelven a casa con sus esposas.

Jerry, todo un cowboy...
Menudo estilo...
Curtis, Jim, Jerry, Estefi y yo.
Con Curtis acabamos hablando más tranquilamente y nos invitó a cenar a un MacDonals, nos enseñó su preciosa caravana, nos regaló unas gorras… que tío más majo.
Por cierto, el partido de lanzamiento de Herradura quedó así: Jim (el simpático dueño del Camping y que no paraba de beber latas de “Budweiser”): 9 / Jerry (el minero vestido de típico cowboy): 5 / Juancho (El paquete más grande que se haya visto jugando a este juego): 2
(El lanzamiento de la herradura, está bien, pero donde se ponga la petanca…)
Tenía en mente varias opciones para visitar por el desierto, y como Curtis me recomendó encarecidamente ir a Virginia City, allí que fuimos. Antes de llegar a Virginia pasamos un par de horas por Reno, una ciudad grande en medio del desierto donde abundan los casinos (se puede decir que es Las vegas un poco decadente) donde coincidimos con una feria de coches antiguos. La verdad es que fue interesante.

 

 



Para llegar a Virginia City hay que subir a lo alto de unas montañas. Allí fue donde comenzó la fiebre del oro. Parece que toda esta zona es muy rica en minerales (como parece ser lo es todavía todo el desierto) y hasta aquí vino Mark Twain a vivir y a escribir sobre los años de esplendor de este pueblo. Ahora es simplemente un pueblo turístico en el que los saloones luchan por ver cuál de ellos es el más antiguo del pueblo.
Nada más salir de Nevada (que por cierto supimos hace un día que habíamos llegado al estado de nevada por que al entrar en una gasolinera había un mini casino dentro...) nos encontramos con la “Sierra nevada”, así lo llaman aquí a esta cordillera montañosa que da paso a California y que también se conoce por “El Dorado”.



CURIOSIDADES YANKEES:

- Aquí los muchos supermercados abren las 24 horas del día. Es muy habitual ver a gente comprando a las 11 de la noche…
- En las autopistas hay carteles por la carretera que tiene luces que están apagadas y que cuando se encienden y parpadean quiere decir que hagas lo que pone el cartel situado justo debajo de las luces. Por ejemplo, ponerse las cadenas del coche (el desierto en invierno no es como nos lo imaginamos, muchas parte está completamente cubierta de nieve…) o pararse para hacer la policía una revisión de todos los coches, o cuando parpadeen conectar la radio en tal frecuencia para escuchar un mensaje… muy curioso.
- Por cierto, siguiendo con las carreteras; están permanentemente en arreglo, llevamos ya más de 3000 millas y la mayoría estaban siendo arregladas. Como digo el invierno en el Oeste debe ser muy duro, y las carreteras deben sufrir un montón de daños en esa época.
- No encuentras a nadie andando o paseando por las calles, a nadie. Aquí no se anda, se va en coche a todos lados… La calle principal de los pueblos está llena de restaurantes, supermercados, y todo ellos con su parking propio. (Cuando Estefi iba andando por las calles de la ciudad de sus tíos, donde vivió una época, la gente paraba el coche y le preguntaban si la podían ayudar…)
- Aquí ves a gente mayor en el MacDonalds a cualquier hora, no es solamente un “restaurante” para niños.
- En el desierto es muy habitual (como en las películas…) ver remolinos que se forman a lo lejos. Eso lo esperábamos, lo que no te esperas es que el desierto estuviera completamente vallado… al lado de la carretera, una larguísima valla te sigue siempre…


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